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INTRODUCCIÓN

 

La guerra civil Española (1936-1939) ha sido un conflicto que dejó marcada la historia de nuestro país por sus dramáticas, duraderas y terribles consecuencias que algunos de nuestros familiares vivieron en aquella época en primera persona.

Esta biografía se la he hecho a mi abuelo, un hombre luchador, trabajador, con mucho carácter e humilde que nació y vivió en un entorno con la dificultad de salir adelante durante la posguerra. Nada fácil, pero con esfuerzo y empeño todo llega. Creo que es una historia que merece la pena ser contada para darse cuenta de qué hubo antes de nosotros de la mano de familiares.

Para mí también es muy a interesante hacer este trabajo, ya que nunca me había sentado con él a escuchar sus historias que las relata y las vive al detalle como si fueran de ayer.

Y dicho esto, aquí comienza una intrepidante biografía…

 

 

LOS COMIENZOS

Mi abuelo se llama Miguel Cortés Alvaredo, nació en una pequeña aldea de la montaña lucense un 24 de Noviembre de 1941 en una familia humilde y maltratada por la guerra civil. Su padre, también llamado Miguel, ingresó en prisión por el hecho de ser del bando perdedor, todos los informes presentados fueron rechazados y no le podían achacar nada malo, fue una buena persona, así que le pusieron en libertad e inmediatamente acudió en busca de su mujer e hija.

Unos años muy duros los de la posguerra, en busca de trabajo para poder sustentar a su familia, mi bisabuelo vino para Asturias y entró a trabajar en la mina, con el primer jornal ganado volvió a Galicia a buscar a su familia y se los llevó con él a un nuevo hogar. Este era una guardilla en la que compartían el retrete con otros dos vecinos y sus respectivas familias…Dentro de su niñez no se daba cuenta de las privaciones y sacrificios que sus padres hacían para que su hermana y él pudieran ir cenados todas las noches.

Aunque como mi abuelo siempre dice: “privaciones de muchas cosas pasamos, pero de lo básico nunca carecimos”.

A los cuatro años empezó a ir a la escuela, caminando 5 km todas las mañanas, eran días de alegría por aprender cosas que hoy recuerda con mucha claridad. La única pega era que al llegar a casa, su padre preguntaba las lecciones o mandaba hacer cuentas y si a la segunda no estaba bien ¡Zasca!, temblaba cuando había que poner en práctica lo aprendido.

A los ocho años hizo la primera comunión en la ermita de Santullano de Mieres, en un festejo que consistía en un chocolate con churros y un duro.

Entre los 4 y 8 años se murió su abuela (es decir, mi tatarabuela) y se fue a Valencia con su padre, aquel viaje fue una odisea, las estaciones eran interminables, tardaron cuatro días en unos vagones en los que los asientos eran como los bancos de hoy en día de los parques.

 

NUEVA VIDA

 

En los años cincuenta Mieres les esperaba, un barrio obrero que hoy en día se conoce como Barrio de San Pedro. Para sus padres era un palacio después de lo pasado en la guardilla antes mencionada, en la nueva casa había agua, media bañera, retrete, agua caliente, ¡todo un palacio!

A los catorce años dejó la escuela para saber lo que era la vida laboral, su padre le metió como pinche en una pastelería, el sacrificado era que tenía que levantarse a las tres de la mañana para acompañarle a trabajar, era demasiado protector, allí él era feliz ya que solo tenía que fregar muchos moldes y potas, pasar pasteles a tienda…Para aprobar su honradez, los dueños dejaban dinero en el mostrador y nunca lo toqué, dijo, y así a lo largo del tiempo me cogieron mucho aprecio. “Esto es una lección que tienes que tener en cuenta siempre, la honradez”. Después pasó por una tienda de electrodomésticos donde en los días de fiesta instalaba altavoces en una época bonita de su vida.

Los tiempos mejoraron, por aquella época el ir a castilla era como ahora ir a Benidorm, estaba de moda, aunque lo suyo era por necesidad ya que su padre tuvo una dolencia del hígado y tenía que tomar baños de sol en la zona del mal.

Ese año fueron a pasar un mes a un pueblo cercano de León, San Andrés del Rabanedo, y así se repitió el viaje muchos años más. Ahí conoció a la que ahora es mi abuela, su primer y único amor, ingresó en la escuela de especialistas de aviación de la Virgen del Camino, para estar cerca de ella, pero al paso del tiempo se dio cuenta de que no era lo suyo y fue a cumplir lo que le quedaba de serbio al aeropuerto de Villanubla (Valladolid).

 

La vida después le miraba de otra manera, sabía que quería formar una familia, en aquella época el hombre era el que tenía que sostenerla, cosa que hoy no es así.

Después de licenciarse entró en una compañía de trabajos externos en la fábrica de Mieres, fueron trabajos muy duros con lágrimas de dolor por sus tiernas manos, un compañero le aconsejo ¡agua templada, sal y vinagre! Y vaya si endurecieron…

En el año mil novecientos sesenta sufrió un accidente laboral y su padre, protector, acordó que debía reponerse en León, él tenía pensado pasar las vacaciones aquí en Gijón que por aquella época para los jóvenes estaba de moda al igual que ahora, pero el accidente lo echó todo a perder ¡gracias al destino! Otra vez en San Andrés del Rabanedo volvió a cruzarse con Telvi, mi abuela, ¡cómo había cambiado!

La vida continuó con cortejos, cartas y viajes hasta que en mil novecientos sesenta y tres por las fiestas del Corpus pidieron la mano y meses después se casaron.

LA FAMILIA

 

Una vida muy feliz, tres hijos y dos nietos, aunque también tuvo dificultades en el orden laboral, el taller donde trabajaba era muy reivindicativo y fue cerrado y con ello la despedida de sus trabajadores. La mayoría fueron interrogados por la policía, y atemorizados por lo ocurrido a su padre, decidieron ir de vuelta a León donde nació mi tía Marta, en casa de mi bisabuela ya que no tenían trabajo.

Unos meses después llego la noticia de que Caldería volvía a readmitir a la plantilla, se repite la historia con un Pajares lleno de nieve vuelven a Asturias.

Así continuó la vida con el nacimiento de mi madre, Sara, dos años después.

En el año mil novecientos setenta y dos les trasladaron a Gijón, nuevos compañeros de trabajo, nuevos vecinos, amistades repartidas por todos los barrios de las casas de UNINSA. Mientras tanto nace el último hijo, Miguel.

Y todo esto a grandes rasgos es la historia de la vida de mi abuelo, un hombre pacífico que quiere el bien para los suyos, y es muy feliz y agradecido por todo lo recibido.

MIGUEL CORTÉS ALVAREDO

Paula Río Cortés 4º ESO B

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